COVID-19 y PROCESOS CARDIOVASCULARES

Son muchos los interrogantes que se plantean sobre la relación existente entre la infección por coronavirus y los procesos cardiovasculares.

Los datos disponibles se basan fundamentalmente en estudios derivados por virus similares en otras epidemias (SARS; MERS), junto con lo que vamos conociendo a través de las publicaciones y de la experiencia actual de esta pandemia COVID-19.

¿Cómo afecta el COVID-19 al corazón y los vasos sanguíneos?

Aunque el cuadro mas frecuente y grave en la evolución de este proceso es el respiratorio, como consecuencia de los mecanismos inflamatorios e inmunológicos que se producen con esta infección y que afectan al pulmón, existe también afectación de otros sistemas: digestivo, nervioso, renal, etc.

Aunque no conocemos con que frecuencia se produce, también hay afectación del sistema cardiovascular por diferentes vías y mecanismos.

En primer lugar, puede haber afectación del musculo cardiaco, probablemente a través del proceso inflamatorio y autoinmune que se produce y que de lugar a una miocarditis (inflamación del musculo cardiaco). De hecho en un estudio realizado en Wuhan en 41 pacientes con COVID-19, el 13% presentó incremento en los marcadores de daño del musculo cardiaco. Esto ha sido confirmado, en otros estudios posteriores. Por otra parte, cuando se manifiesta una insuficiencia respiratoria por daño pulmonar, el corazón esta sometido a un mayor trabajo, y a esta sobrecarga se añade la hipoxia (disminución de aporte de oxígeno), que puede derivar en insuficiencia cardiaca. No sabemos todavía cual es el grado de reversibilidad del proceso de miocarditis.

El coronavirus utiliza para introducirse en las células, una proteína presente en el organismo, la enzima de conversión de la angiotensina 2 (ECA2). Por ello ha habido alguna sospecha de que determinados fármacos que utilizamos para el tratamiento de la hipertensión (inhibidores de la ECA y ARA II), que intervienen en esa vía metabólica, podrían suponer un mayor riesgo para padecer esta enfermedad, o empeorar el pronostico. Sin embargo, no hay evidencia clínica hasta el momento, por lo que asociaciones científicas (como la SEC; ESC; ESH; ACC etc.) y la Agencia Española del Medicamento no aconsejan suspender estos fármacos en pacientes estables, pudiendo por otra parte entrañar riesgos la suspensión de los mismos por descontrol de la presión arterial.

Se han observado también cuadros tromboembólicos a nivel de la arteria pulmonar (embolias pulmonares), que en muchos casos son favorecidos por una tromboflebitis de las extremidades inferiores, agravada por el prolongado reposo.

Por ello, en los protocolos de tratamiento se viene utilizando desde hace ya algún tiempo medicación anticoagulante (Heparina), especialmente en pacientes graves para evitar estos fenómenos tromboembólicos, que probablemente se deben al estado pro-inflamatorio que afecta al endotelio (capa que recubre el interior de los vasos arteriales y venosos). Esta afectación protrombótica e inflamatoria podría tener también efecto sobre las arterias coronarias, dando lugar a progresión o complicación de las placas ateroescleróticas (angina de pecho, infartos) o a nivel cerebrovascular (ictus). También pueden presentarse arritmias cardiacas durante este proceso.

¿Puede haber secuelas?

Es pronto para poder contestar, y se necesitan estudios de seguimiento a mas largo plazo. En pacientes con afectación pulmonar severa y distres respiratorio probablemente puede haber secuelas a nivel pulmonar. En relación con el sistema cardiovascular y en términos de posibles complicaciones posteriores es conveniente realizar un estudio cardiovascular, especialmente en pacientes que han presentado formas graves de este proceso, así como en aquellos con patología cardiovascular previa.
Otro de los efectos colaterales, ha sido el derivado de la situación de los hospitales, al no haber acudido los pacientes a los mismos ni a las consultas. Se han podido producir cuadros infravalorados, con riesgo de mayor repercusión cardiaca irreversible y mayor mortalidad, como es el caso de infartos de miocardio que hayan podido ocurrir en este tiempo. De hecho el numero de pacientes que han acudido a los hospitales con infarto agudo de miocardio durante esta fase de pandemia, ha sido considerablemente inferior.
Otro de los efectos negativos para los pacientes cardiovasculares durante este periodo de confinamiento, ha podido ser la falta de ejercicio físico, ya que este es fundamental en términos de prevención en cardiopatías crónicas, hipertensión arterial, hipercolesterolemia, diabetes, etc.

Recomendaciones prácticas en esta etapa:

No abandonar la medicación; control calórico de la dieta, baja en sal y en grasas; el menor numero posible de alimentos precocinados; tomar lácteos descremados; y realizar el mayor ejercicio físico posible a pesar de las limitaciones de espacio, etc.
En los pacientes con citas pendientes, para ser tratados o revisados deben pedir nueva cita. Ante la presencia de síntomas: descontrol de la tensión arterial, dolor torácico, palpitaciones, fatiga, edemas, hinchazón de extremidades, etc. es aconsejable hacer consulta telefónica, videoconsulta, o presencial, en caso contrario acudir a urgencias.

¿Que deberíamos aprender?

Es conocida la importancia de la prevención en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares que constituyen la primera causa de mortalidad. En este sentido hemos visto también en esta pandemia la importancia de conservar una buena salud cardiovascular controlando los factores de riesgo, para afrontar en mejores condiciones esta amenaza por COVID-19.

 

Dr. E. Asín Cardiel
Hospital San Francisco de Asís